El último concierto

Una corta eternidad después de su muerte, he vuelto a soñar con el último concierto de quién yo tanto admiro: un alma presa de su juventud, de su libertad, condicionado a vivir traiciones por parte de todo y de todos, condicionado a morir por una probable traición propia: su mente, alma y corazón.
¿Cuál es la inspiración? Os preguntaréis algunos, y os diré tal cosa: ninguna. No hay inspiración, porque el concierto fue hecho sin él, sin su presencia, sin su alma, porque ya partió al más allá, sonriente y al fin libre de cualquier prisión.
En este último concierto, un compañero suyo trató de acompañarme hacía el más allá para poder darme la oportunidad de despedirme de él, de sus recuerdos, y probablemente con todo ello... mi vida. Ya que una vez llegado al más allá, no puedes volver a nuestra Tierra Santa. Pero algo me prohibió llegar a ése culminante punto, ya que desperté sin poder siquiera tocar su probablemente suave rostro, sin poder ayudarle en secar aquella última lágrima que derramó mientras soltaba su último aliento.
Me he sentido demasiado rota al recordar que en aquél último concierto él no estuvo presente, ya que mi cerebro quiso mentirme desde un principio, creando un recuerdo con falsas esperanzas, diciéndome que todo lo que yo había pedido estaba hecho, pero no fue así. Toda yo está hecha de falsas verdades y esperanzas, siempre es así, siempre será así.

Siempre... 
tenerlo en cuenta,
siempre.


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