Diario nº1

Sin duda alguna no he tenido el mejor año en 2017, y probablemente, muchos 2010 y picos pasados, porque sí, porque fueron simples picos sin amor, pura ilusión y decepción.
En las doce campanadas del año 2018, tan solo pedí un mismo deseo en cada una de las uvas, que todo termine y todo empiece, que mis amigos sean tan felices que incluso yo me contagie de la suya. Pues ya me veis aquí, me he contagiado, de su felicidad y de la mía propia, mis viejas forzadas sonrisas, mis viejas forzadas muestras de amor, tanto pasado que mi presente ha hecho tremendo borrón, ya lo tengo olvidado.
He vividos tantos males que me he vuelto dura, y como dice un amigo mío, tan dura como el pan de ayer, de esos que venden en el Mercadona. Joder si están duros, lo he comprobado a tal manera que he conseguido meter un clavo con una barra de estas. Bromeo.
Y sí, podéis llamarme rara, podéis llamarme fantasma, podéis llamarme lo que os plazca, pero aquí estoy yo, escribiendo, sonriendo, llorando de felicidad al recordar que vivo de ensueño, porque me he dado cuenta de que lo tengo todo.
Te tengo a ti.
La tengo a ella.
Los tengo a todos.
Me sois suficientes.
No necesito más.
Solo vuestra sonrisa, para así contagiarme de ella.
Me contagiáis amigos, me hacéis feliz.

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