Montaña rusa

Toda mi vida es una montaña rusa, la veas desde el punto de vista de mi nacimiento o viceversa.
No he muerto, me siento inmortal en este jodido mundo, muero y revivo como loca o como cuerda, pero siempre viva y respirando aire impuro.
Beso y rebeso labios podridos de amor, pensando que serán los últimos, sin poder encontrar aquellos puros, aquellos que me derritan de un solo respiro, aunque mi amor, tu me has dejado sin aliento.
Me has dejado sin aliento, sin corazón, sin alma, todo lo que tenía, te lo has quedado tú, y si me alejas y me dejas sin tu presencia, todo lo que soy se irá contigo.
Tengo miedo.
Mañana seré fuerte.
Soy una montaña rusa, emociones por aquí, emociones por allá.
Soy inestable, hoy te querré y mañana te amaré, creo que a peor no puedo ir.
Soy más inestable aún cuando se trata de vivir, porque un día me querrás y al siguiente, tendrás que darme la vuelta, porque te habrás cansado de mi, al igual que yo, que ya me he cansado de mi misma.
Mi montaña rusa quizá tenga un final, uno de esos donde sales volando, no en donde te paras y gritas para que la vuelvan a encender para ti, porque ya estás cansado.
No estoy cansada.
Estoy acostumbrada.
Soy una montaña rusa, donde la adrenalina ya no me hace efecto,
Pero llega un trabajador, un artista, cualquier (y ni tan cualquier) humano que esté más loco que yo:
Besa mis manos y mis deseos, me hace temblar del miedo, de la emoción, de todo y a la vez nada. Como si se le diese bien volverme loca a mi, que quizá es así.
Me arregla cada vez que me rompo, no importa la dificultad, él sabe buscar la manera eficaz de reparar lo que otros han roto.
La has arreglado.
Está impecable.
Nos sentamos los dos, la montaña puede seguir su curso natural.

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